El retorno del Salón Internacional de Logística de Barcelona es una grandísima noticia para el sector en su conjunto. No solo por lo que representa de vuelta a la normalidad, de recuperar espacios físicos, presencialidad, vernos las caras, saludarnos en persona…, sino de poner a la logística en el lugar que merece. Dos años durísimos de pandemia, rematados por una guerra, han dejado constancia del papel absolutamente fundamental, imprescindible, que representa la cadena de suministro en su globalidad.
Atrás queda una pandemia que ha afectado a la sociabilidad de empresas e instituciones, concentradas en salvar la cadena de suministro en medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes. El sector tuvo que correr a salvar los muebles, y ahora que las cosas vuelven lentamente a la normalidad, reconforta ver que aquellos escenarios que marcaron lo que ahora llamamos la prepandemia están vivos. Más vivos que nunca.
Porque el SIL no es solo una de las citas más relevantes del sector en España y el sur del Mediterráneo. Es el mejor escenario donde reivindicar el papel central de la logística como sostén de la sociedad, garante del abastecimiento de productos esenciales, cuando el virus nos puso contra las cuerdas; y a la vez motor de progreso para mirar el futuro con mayor optimismo.
Y el SIL es también celebración. Porque celebramos el regreso del SIL después de dos años de confinamiento social y empresarial; celebramos retomar la presencialidad con plenitud, que lo peor ha pasado y que hay que rehacer las cosas en función de los nuevos parámetros que nos hemos impuesto como sociedad: digitalización, innovación, sostenibilidad, transición energética, formación, empoderamiento de la mujer…
“Los retos son tremendos, como la incertidumbre que amenaza el comercio, las tensiones en la cadena de suministro, la inflación o la crisis energética. Abordarlos en escenarios como el SIL forma parte de la solución”
La logística de la pospandemia va a requirir lo mejor de todas y todos para seguir moviendo la economía del país. Esa es la función de logísticas, transportistas, cargadoras, transitarias, navieras, consignatarias, terminalistas, aduaneras…, que todo fluya, que las mercancías lleguen a destino de la manera más rápida y eficiente. Los retos son tremendos, lo mismo que la incertidumbre que amenaza el comercio internacional, las interrupciones en la cadena de suministro, la escalada de la inflación, la crisis energética o la relocalización.
Abordarlos en escenarios como el SIL forma parte de la solución.