Desde el mismo día en que se aprobó el estado de alarma en nuestro país, la crisis sanitaria tuvo un gran impacto en las prioridades de la logística del gran consumo. En los meses posteriores a aquel 14 de marzo de 2020, toda la cadena de valor de los negocios declarados esenciales dedicó sus esfuerzos a prevenir los contagios en los centros de trabajo y en los establecimientos (para garantizar que la cadena siguiese funcionando) así como a garantizar el suministro de los productos básicos al conjunto de la población.
Ambos objetivos se lograron con gran éxito. Los protocolos y guías de actuación lanzados por las empresas y sus asociaciones permitieron controlar los contagios en el entorno laboral. Y las cifras hablan por sí solas del éxito del conjunto de la cadena de suministro en el abastecimiento de las tiendas. En 2020, el gran consumo fue capaz de garantizar la disponibilidad de productos en los lineales en un 95% de las ocasiones. Una situación de práctica normalidad en el escenario más complejo vivido hasta el momento que convirtieron a nuestro país en referencia mundial del abastecimiento durante la crisis sanitaria.
“La pandemia ha acelerado algunas tendencias que se insinuaban desde antes de la crisis y ha consolidado nuevos hábitos de consumo que afectarán a toda la cadena de valor del gran consumo y también al transporte y la logística”
Aún hoy seguimos en una situación excepcional, si bien el avance de las vacunas y el levantamiento de las restricciones nos acercan paulatinamente a la nueva normalidad, todo parece apuntar que esta será más nueva que normal.
La pandemia ha acelerado algunas tendencias que se insinuaban desde antes de la crisis sanitaria y ha consolidado nuevos hábitos de consumo que afectarán al funcionamiento de toda la cadena de valor del gran consumo y también al transporte y la logística. El reto al que debe hacer frente ahora el sector es discernir entre las tendencias coyunturales y aquellas que han llegado para quedarse y que realmente tienen el potencial de cambiar las dinámicas y flujos de trabajo.
Sin duda, en el grupo de los cambios que ya no tienen vuelta atrás, está el crecimiento del online. En poco más de un año, el peso de las compras de gran consumo por internet ha pasado de ser menos del 2% del total del sector a superar el 3%. A priori pueden parecer cifras discretas, pero este aumento ha supuesto alcanzar en un solo año lo que estaba previsto para el próximo lustro.
En este contexto, hemos visto como los operadores de la distribución han probado diversas estrategias para responder a una demandada online sin precedentes. Unos, adaptando sus propias tiendas, otros apostando por dark stores y todos ellos con el foco en buscar soluciones para el gran reto de cubrir la última milla.
Y es que responder a la demanda del consumidor de ofrecer entregas inmediatas a través de una logística urbana que, además, sea rentable va a ser uno de los grandes retos logísticos a afrontar desde hoy mismo. Un desafío que va acompañado de la necesaria adecuación a una normativa cada vez más restrictiva con el tráfico en el centro de las ciudades.
“Las empresas están comprometidas con la reducción de la huella de carbono de sus procesos logísticos, pero necesitan de la colaboración de las administraciones para evitar situaciones que hoy se producen”
Las empresas están comprometidas con la reducción de la huella de carbono de sus procesos logísticos, pero necesitan de la colaboración de las administraciones para evitar situaciones que hoy se producen, como la disparidad de normativas que existen para el acceso a los principales municipios del estado o la adaptación de las leyes a la realidad tanto tecnológica como empresarial. La oferta de vehículos sostenibles adecuados para la logística de última milla aún es limitada y las empresas necesitan apoyo administrativo para acometer las importantes inversiones que suponen las renovaciones de flota.
Este compromiso con la sostenibilidad será otro de los retos de la nueva normalidad logística, y afecta tanto al transporte por ciudad como por carretera. Para ayudar al sector a afrontarlo, desde la iniciativa Lean & Green de Aecoc hemos presentado un proyecto valorado en 1.500 millones de euros para los Fondos Next Generation. Un plan que contempla inversiones para la renovación del parque de vehículos pesados y ligeros, la digitalización y optimización del transporte de cargas, la ampliación de los puntos de recarga y la renovación de elementos de almacenaje. Cinco ejes de actuación que permitirían reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por las operaciones logísticas.
El proyecto contempla una aportación pública del 40%, a través de los Fondos Next Generation, y permitiría cubrir las inversiones en sostenibilidad de más de 3.000 empresas en los próximos dos años. No en vano, los fondos de recuperación europeos son una oportunidad única para acelerar la transición ecológica de la logística y el transporte.
Otro de los retos ineludibles de esta nueva normalidad logística será la recuperación de las ratios de rentabilidad del sector. Al crecimiento del ecommerce y la complejidad de la última mida se unen medidas de prevención en los almacenes, que seguirán durante un tiempo, lo que afecta claramente a la productividad. Todos estos factores aumentan los costes logísticos, por lo que los operadores tendrán que buscar estrategias para optimizar rutas en larga distancia y resolver la ecuación que haga rentable la operativa del ecommerce.
Flexibilidad, digitalización y sostenibilidad son los tres pilares sobre que se construirá la logística postcovid. ¿Estamos preparados?