El transporte quiere una ministra. O ministro. Las elecciones del 28 de abril han puesto sobre la mesa el deseo unánime e inequívoco por volver a disponer de un interlocutor directo en el Consejo de Ministros que priorice la defensa del sector. El transporte y la logística suponen aproximadamente el 11% del PIB español y sus 200.000 empresas dan empleo a un millón de trabajadores. Son cifras más que suficientes para justificar una demanda histórica que hoy vuelve a estar sobre la mesa, si cabe con más fuerza. Tras la crisis económica que ha supuesto el cierre de miles de negocios y el empobrecimiento general de un sector clave, los últimos años se han caracterizado por una recuperación de volúmenes y tráficos que, sin embargo, no llega a los libros contables de las empresas, teñidos aún de rojo.
Las quejas del transporte son especialmente evidentes en la carretera. A finales del año pasado, el Comité Nacional del Transporte por Carretera lanzaba al ministerio de Fomento un manifiesto con 12 reivindicaciones. De estas, a día de hoy, no se ha cumplido ninguna, más allá de alguna cesión en el ROTT, una norma aprobada con cuatro años de retraso y que no gusta a casi nadie…
Para algunas asociaciones, como la del transporte frigorífico, la situación es insostenible. “La falta de un ministerio propio hace que el sector se vea abocado a la ruina que tiene sobre sus costillas, pues legislar para él sin conocerlo ha llevado a la situación actual”, asegura el director general de Atfrie, Juan Manuel Sierra. “En campaña prácticamente ningún partido político ha hecho la más mínima alusión al transporte de mercancías por carretera en sus programas, y mucho menos a sus problemas y ruina latente”, añade Sierra. Aunque la afirmación quizás sea algo exagerada, lo cierto es que el transporte nunca ha preocupado demasiado a los políticos. Y el 28-A no ha sido una excepción.
“Lo que sí consideramos imprescindible es darle al transporte por carretera la relevancia que debe tener en las actuaciones de los sucesivos Gobiernos, debido a su preponderancia frente a otros modos de transporte”
Tampoco el transporte terrestre combinado se siente bien tratado por la Administración. “Después de casi 20 años, los Gobiernos de España han centrado exclusivamente su atención, recursos y mejora de modelo en el AVE, en detrimento de la evolución de la comodalidad (carretera-ferrocarril), pese a nuestra constante insistencia ante los responsables del ministerio de Fomento”, afirma Antonio Pérez Millán, presidente de la Unión de Operadores de Transporte Comodal. La UOTC reclama a Fomento una “unidad de la intermodalidad” que tenga como objetivo la mejora de este tipo de transporte en España, y se remonta a los tiempos de la Transición para exigir un ministerio específico, como ya existiera en los gobiernos de Adolfo Suárez desde 1977 hasta 1981.
Para la federación que representa a las pymes del transporte por carretera, Fenadismer, no es imprescindible un ministerio exclusivo para el transporte, “incluso consideramos beneficioso que forme parte de una cartera ministerial relevante que incluya las infraestructuras y la movilidad, para que de esta forma toda la política que afecte al sector esté coordinada”, asegura su secretario general, Juan José Gil. “Lo que sí consideramos imprescindible es darle al transporte por carretera la relevancia que debe tener en las actuaciones de los sucesivos Gobiernos, debido a su preponderancia frente a otros modos de transporte, que sin embargo no ha ido acompañado de una política inversora proporcional a su peso en la actividad económica en España”, matiza Gil.
“Los políticos dan por sentado que se va a desarrollar sí o sí y que no requiere mayor atención, más allá de definir y licitar las grandes obras relacionadas con la infraestructura”
En cambio, Ramón Valdivia, director general de Astic, la asociación de empresas de transporte internacional por carretera, sí lo entiende necesario “y así lo dejamos claro en cada ocasión que se nos presenta. La vida diaria de nuestras sociedades es impensable sin el transporte de bienes y de personas y, por tanto, es un sector estratégico, al mismo nivel que lo pueda ser el energético o el financiero. ¿Por qué sectores como el industrial, el energético o incluso el pesquero y el agropecuario tienen cabida en los frontispicios de los ministerios de los diferentes gobiernos mientras que el transporte, y no solo el de carretera, se tiene que ver reducido al convidado de piedra escondido detrás de las inversiones en infraestructuras?”. Según Valdivia, no ha habido grandes diferencias en los diferentes gobiernos en relación a la carretera, “más que nada porque los políticos dan por sentado que se va a desarrollar sí o sí y que no requiere mayor atención, más allá de definir y licitar las grandes obras relacionadas con la infraestructura”.
Los expertos difieren sobre la idoneidad de un ministerio del ramo. “Yo no creo que la solución pase por disponer de una cartera específica sino por que lleguen políticos con ideas claras, formación y planes de futuro que impliquen no solo una legislatura sino el tiempo necesario para la implantación de esos planes de más de diez años”, explica el consultor logístico Agustín Arribas, para quien los últimos gobiernos se han caracterizado por su inacción. “Muchas palabras, reuniones, documentos y pocas realizaciones…¿Cómo van los corredores Atlántico y Mediterráneo? ¿Qué se ha hecho, se está haciendo o se ha planificado hacer en relación con el transporte de mercancías por ferrocarril?”, se pregunta. “La sociedad en general y los políticos en particular no entienden lo que es la logística ni su vinculación indisoluble al transporte, no son conscientes de que se trata de una ciencia milenaria que persigue conseguir productos y servicios en cualquier lugar, en el momento adecuado, al menor coste posible”, puntualiza.
“Un ministerio de Transportes sería indicativo de un cambio en el peso específico y en el foco de las políticas, frente a las infraestructuras, y mucho más acorde con la situación actual y con lo que el futuro demanda”
Para la directora técnica de la Asociación Española de Promoción del Transporte Marítimo de Corta Distancia, Pilar Tejo, modificar la denominación del ministerio “ya sería indicativo de un cambio en el peso específico y en el foco de las políticas, frente a las infraestructuras, y mucho más acorde con la situación actual y con lo que el futuro demanda en esta materia”. El economista Julián Maganto, exdirector de Puertos del Estado, no niega que la creación de un ministerio tendría “un efecto simbólico y mediático, aunque lo verdaderamente relevante es que los diferentes subsectores estén adscritos a un mismo departamento y que se establezca una completa y permanente coordinación entre ellos, evitando la simple agregación final realizada sin excepción por los diferentes gobiernos, en la que la planificación de las políticas sobre transporte terrestre, marítimo y aéreo se ha realizado cada una por su lado y sin tener en cuenta las posibles, deseables y necesarias combinaciones modales”.
Desde el modo ferroviario, el secretario general de la Asociación de Empresas Ferroviarias Privadas, Juan Diego Pedrero, es taxativo. “España no necesita un ministerio específico, lo que necesita es una verdadera política de transportes con un master plan a diez años, que incluya la intermodalidad, y que enfatice el desarrollo del tren de mercancías. Todos los países de nuestro entorno lo han hecho o lo están haciendo y ese es el verdadero reto”, apunta. Este plan maestro no debería depender de un solo ministerio, sino de todo el Gobierno, siendo asumido como política de Estado, “como en Alemania, Francia o Italia”, sostiene Pedrero.
De transportes a fomento
El transporte hace más de un cuarto de siglo que perdió su papel protagonista en el Consejo de Ministros para pasar a ejercer de telonero de las obras públicas. El sorpaso se produjo cuando las infraestructuras se convirtieron en una cuestión prioritaria para un país recién incorporado a la Comunidad Europea, con un déficit alarmante en este campo, y que debía gestionar con diligencia los generosos fondos dispuestos por Bruselas. Esta evolución se manifiesta en los sucesivos cambios de denominación del ministerio. El primer presidente de la democracia, Adolfo Suárez, creó la cartera de Transportes y Comunicaciones en 1977, con José Lladó Fernández-Urrutia al frente. El actual presidente de Técnicas Reunidas fue sustituido por Salvador Sánchez-Terán, más tarde por José Luis Álvarez y, finalmente, por Luis Gámir Casares.
Los transportes pasaron a ejercer de telonero de las infraestructuras en 1991, coincidiendo con la llegada de Josep Borrell al ministerio
Con la llegada de los socialistas al poder en 1982, la cartera pasó a ser de Transportes, Turismo y Comunicaciones. Felipe González nombró ministro a Enrique Barón, a la postre presidente del Parlamento Europeo. Su lugar lo ocupó Abel Caballero. El hoy alcalde de Vigo fue sustituido por José Barrionuevo, el último ministro íntegramente de Transportes, porque en 1991, con Josep Borrell, este es desplazado por las infraestructuras. El impulsor de las obras olímpicas de Barcelona volvió a dirigir el departamento en 1993 para culminar el plan de autovías radiales. En 1996, con la victoria del PP, Aznar recuperó el nombre de Fomento, de reminiscencias decimonónicas, e hizo ministro a Rafael Arias-Salgado. En su segunda legislatura, lo sustituyó por un joven peso pesado del partido, Francisco Álvarez Cascos. En 2004, Zapatero puso al frente por primera vez a una mujer, Magdalena Álvarez, hasta 2009, cuando el testigo pasó a otro socialista de peso, José Blanco. A él le sucedió, con el retorno del PP, Ana Pastor, y en 2016 Rajoy aupó al cargo al entonces alcalde de Santander, Íñigo de la Serna. En 2018, Pedro Sánchez mantuvo la denominación de Fomento y nombró ministro a su mano derecha en el PSOE, José Luis Ábalos, hoy en funciones.
Con independencia del Gobierno de turno, todos ellos tienen un denominador común: los ministros o ministras de Transportes, de Obras Públicas o de Fomento, han sido siempre políticos de primer nivel, con peso específico en sus respectivas organizaciones. Una muestra de la importancia incuestionable de un sector estratégico en la economía y también, aunque no tanto, en la política española.
Transporte, movilidad y agenda urbana
Si bien las aportaciones de la campaña del 28-A al transporte han sido escasas, la excepción ha venido de la mano del partido vencedor, el PSOE, que ha propuesto reconvertir Fomento en Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Así, en el caso más que probable de que el PSOE mantuviera el Gobierno, Transportes volvería a liderar una cartera ministerial por delante de las infraestructuras, que quedarían sumidas bajo un epígrafe que engloba las políticas de gestión de la movilidad en su concepción más amplia y moderna.
El real decreto 355/2018 regula en la actualidad el departamento de Fomento, a quien compete la propuesta y ejecución de las políticas del Gobierno en infraestructuras, transporte terrestre de competencia estatal, aéreo y marítimo, así como de vivienda, calidad de la edificación y suelo. En su actual composición orgánica, el transporte ocupa el rango de secretaría general, al mismo nivel que las infraestructuras o la vivienda. De la secretaría general de Transporte penden las direcciones generales de Aviación Civil, Marina Mercante y Transporte Terrestre, mientras que Carreteras está adscrita a la secretaría general de Infraestructuras.