El hidrógeno podría ser la nueva energía que permita al sector de la logística y la movilidad reducir su dependencia de los combustibles fósiles para contribuir significativamente a la lucha contra el cambio climático, al tiempo que gane en competitividad y desarrollo como industria.
Es una fuente de energía limpia y renovable. Cuando se usa como combustible para generar electricidad, no produce dióxido de carbono ni otros contaminantes. Es un recurso abundante que se puede producir a partir de fuentes de energía renovables, como la luz solar y el viento, y se puede almacenar y transportar fácilmente.
El hidrógeno también ofrece una oportunidad para la innovación y el desarrollo económico. Los países que adopten el uso del hidrógeno como combustible limpio y eficiente podrán aprovechar una nueva industria en pleno desarrollo y contribuir a la creación de empleo.
A medida que aumenta la demanda de energía limpia y sostenible, el hidrógeno está siendo reconocido cada vez más como una forma viable de almacenar, utilizar y generar electricidad a través de celdas de combustible. Supone una forma segura y eficiente de almacenar y transportar la energía, y producir combustibles sintéticos, como el metanol y el etanol, que pueden ser empleados en motores de combustión interna para reemplazar los combustibles fósiles. Esto permitiría, a su vez, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otro lado, también se puede producir fertilizantes, materiales compuestos, plásticos, y otros productos químicos a partir del hidrógeno.
Su creciente demanda ofrece muchas oportunidades para los inversores y desarrolladores de tecnología de producción y almacenamiento del hidrógeno. Y es que la comercialización de las aplicaciones del hidrógeno y su aceptación por parte de los usuarios finales influirán directamente en la forma de priorizar y entrar en los mercados.
En Kearney estamos seguros de que ahora es el momento para redoblar la apuesta por el hidrógeno en el camino hacia nuevos modelos de negocio energético. De hecho, la demanda de hidrógeno podría oscilar entre 14 y 20 Mt en 2030, y entre 23 y 68 Mt en 2050. El escenario más ambicioso parece plenamente alcanzable, dado el nuevo objetivo del Plan REPowerEU de 20 Mt para el año 2030.
“Las administraciones públicas, empresas y otros agentes implicados deben trabajar juntos para aprovechar esta oportunidad y desarrollar una economía del hidrógeno que permita al sector alcanzar sus objetivos climáticos y de rentabilidad”
En la carrera por realizar todo su potencial, contamos con que el mercado del hidrógeno se desarrolle a lo largo de tres grandes fases, caracterizadas por una mayor escala de producción, una infraestructura ampliada y la comercialización y penetración en nuevas aplicaciones para usuarios finales.
En una primera etapa, durante los cinco próximos años la producción de H2, pequeñas redes y otras infraestructuras locales se pondrán en marcha en torno a cuatro clústeres en los principales valles europeos del hidrógeno (en Aragón, la zona septentrional de los Países Bajos, Auvernia-Ródano-Alpes y Normandía). El objeto principal de todo ello será la descarbonización de los procesos del hidrógeno en industrias como la de materias primas químicas, y el desarrollo de aplicaciones maduras para usuarios finales con requisitos de alta densidad energética, como autobuses urbanos, furgonetas de reparto y taxis.
Cuando la producción aumente, en una segunda fase, que previsiblemente tendrá lugar entre 2028 y 2035, los menores costes de las energías renovables y los mayores índices de utilización en las redes de distribución harán posible la comercialización para diversas aplicaciones en toda Europa, entre ellas camiones, automóviles medianos y grandes y sistemas industriales de gran capacidad.
Finalmente, a partir de 2035 los mercados establecidos entrarán previsiblemente en una etapa de gran crecimiento. Gracias a las mejoras tecnológicas y la disminución de los costes de los equipos, el hidrógeno podrá competir en mercados con opciones energéticas convencionales y descarbonizadas muy desarrolladas, como la generación de electricidad y el transporte marítimo de larga distancia.
Las administraciones públicas, empresas y otros agentes implicados deben trabajar juntos para aprovechar esta oportunidad y desarrollar una economía del hidrógeno que permita al sector alcanzar sus objetivos climáticos y de rentabilidad.
Visualizamos una gran oportunidad para las empresas que se posicionen en este nuevo mercado, pero ello requiere diseñar y ejecutar estrategias basadas en tres factores clave de éxito. En primer lugar, realizar apuestas de largo plazo y liderar el desarrollo de este nuevo mercado. En segundo lugar, desarrollar alianzas a lo largo de toda la cadena de valor y, por último, ganar escala para conseguir ventajas competitivas.