Los usuarios del transporte marítimo sufren una “grave desatención” que va más allá del descuido operacional. La extrema dificultad en la expedición y embarque de productos obedece a un nuevo concepto añadido, un “algoritmo invisible que categoriza a todas las empresas exportadoras e importadoras” del mundo: la etiqueta de “shipper of choice” (la clasificación y posterior elección de clientes por parte de los
proveedores de transporte marítimo).
Así se expresa el Foro Español de Referencia Marítima (FERM), integrado por 18 organizaciones representativas de empresas cargadoras de múltiples sectores industriales, usuarios de logística y del transporte marítimo y actores principales en la cadena de suministro. Su función es “observar, analizar y ser” el interlocutor en el nuevo “campo de juego” del transporte marítimo global surgido en la pospandemia.
Según FERM, esta selección de clientes “se realiza en función de parámetros reservados y desconocidos, altera los principios básicos de relación cliente-proveedor, deteriora la confianza entre los actores logísticos y favorece la opacidad para perpetuar la actual aleatoriedad operacional de las navieras, incumpliendo sistemáticamente los contratos, los acuerdos de precios y las condiciones pactadas”.
La organización acusa a las navieras de “infundir confusión a los usuarios sin visibilidad sobre el transporte de sus productos”, mediante blank sailings, grey containers (contenedores que viajan vacíos, aún habiendo demanda de carga en el puerto de embarque, hacia zonas donde serán reexpedidos con altos fletes), así como el “desorden generado” por el anuncio de congelación del termómetro de spot rates por parte de algunas compañías.
“Si esta situación se prolonga, el resultado puede cambiar el transporte marítimo, cronificando males y defectos que hoy podrían interpretarse como coyunturales, cuando la certeza operativa nos indica que en buena parte no lo son”
“Todo ello genera un efecto látigo de amplificación de percepción de caos logístico marítimo todavía más pernicioso, en que la demanda reacciona generando más demanda o cancelándola definitivamente, a raíz de la incertidumbre operativa y la poca fiabilidad disponible, que tensiona aún más la capacidad actual del transporte marítimo”, señalan los cargadores.
La selección y elección del cliente puede ser legítima, apuntan, “pero no ética, especialmente en este momento donde las capas de desinformación logística de las compañías marítimas y de acontecimientos disruptivos no sugieren al cliente ningún mecanismo que aporte soluciones para que mejoren su eficiencia, ni tampoco a la logística global”.
Para esta plataforma de usuarios del transporte marítimo, las empresas cargadoras deberán enfrentar esta difícil situación con “medidas paliativas de corto plazo ya que el medio plazo no es estimable”. Y advierten que si esta situación se prolonga, “el resultado puede cambiar para siempre el transporte marítimo, cronificando males y defectos que, a fecha de hoy, podrían interpretarse como coyunturales, cuando la certeza operativa nos indica que, en buena parte, no lo son”.
Finalmente, exigen a las administraciones una “monitorización urgente” por parte del regulador, “una acción básica de supervisión y control que está fallando en sus pilares más básicos de garantía normativa de servicio y transparencia”.