El volumen de negocio de CMA CGM ha alcanzado los 70.000 millones de euros en 2022, un del 33% más que el año anterior, impulsados por el transporte marítimo, con beneficios récord de 31.000 millones, un 44% más.
En 2022, la naviera francesa ha transportado 21,7 millones de contenedores, un 1,3% menos que en 2021, aunque los ingresos se han disparado un 30% en términos interanuales, hasta los 55.000 millones, gracias a un primer semestre excepcional, marcado por la congestión portuaria y las disrupciones en la cadena de suministro. El precio medio del flete se ha situado en 2.771 dólares, lo que ha catapultado los beneficios de CMA CGM, en línea con los resultados de otras navieras.
De cara a 2023, el tercer proveedor de transporte de contenedores del mundo, tras MSC y Maersk, cree que el equilibrio entre la oferta y la demanda seguirá siendo el principal desafío, ya que se espera que aumente la capacidad, tanto en el transporte marítimo, con la disminución de la congestión portuaria y la entrega de nuevos buques, como en el aéreo por la recuperación de la capacidad de pasajeros.
Además, las perspectivas de la demanda son inciertas ante un poder adquisitivo de los consumidores mermado por la inflación.
“A medida que el comercio vuelva a la normalidad y las tarifas de flete disminuyan, nuestra estrategia y las inversiones recientes serán aún más relevantes y nos permitirán mirar hacia 2023 con confianza”, asegura el presidente del grupo, Rodolphe Saadé.
Los ingresos de la división de logística han aumentado un 47% hasta los 15.100 millones de euros en comparación con 2021. El crecimiento se ha visto respaldado por una sólida expansión en el negocio de carga en el primer semestre y las recientes adquisiciones del grupo.
Un año de grandes contrastes
Para la industria del transporte marítimo, 2022 fue un año marcado por dos tendencias contrapuestas, con grandes diferencias entre el primer y el segundo semestre, así como entre las principales rutas de envío.
En la primera mitad, aunque la demanda de bienes de consumo se mantuvo fuerte, la capacidad de envío se vio limitada por las congestiones portuarias y otras interrupciones que afectaron las cadenas de suministro locales en todo el mundo.
El shock de demanda del segundo semestre se ha acentuado en el cuarto trimestre por la reducción de existencias en EEUU y el impacto de la inflación persistente en el gasto del consumidor. Además, la situación se vio agravada por la crisis energética en Europa.
Como resultado, los volúmenes transportados por el grupo en las rutas este-oeste han caído un 7,2% en el cuarto trimestre, mientras que las rutas norte-sur han demostrado ser más resilientes gracias a algunas economías emergentes.
Por último, los volúmenes intrarregionales sufrieron tanto por el conflicto ruso-ucraniano como por la falta de capacidad en Asia a principios de año. La disminución de la demanda estimuló un retorno más rápido a las tarifas de flete spot normales en el último trimestre.