La Asociación del Transporte Internacional por Carretera urge a la administración pública y a los agentes económicos y sociales a fomentar una “verdadera” integración de la mujer en el transporte de mercancías por carretera. Astic califica de “apabullante” el actual desequilibro de género existente. Y es que en España hay unos 250.000 chóferes de camión, pero apenas 5.000 son mujeres. A pesar de ser el 52% de la población, la mujer apenas supone el 2% de profesionales al volante, sector en el que hacen falta unos 15.000 transportistas.
Según datos de 2021 facilitados por IRU, la media del porcentaje de mujeres en el sector en Europa es del 3%, siendo Italia (7%) y Alemania (5%) los países con más conductoras de camiones de gran tonelaje. Un problema mundial que también afecta a países como EEUU (7%), Rusia (1%) o México (2%).
“Las empresas afiliadas de Astic, que suelen ser grandes compañías de transporte y logística con unos 30 años de antigüedad, registran un 8% de mujeres conductoras entre sus filas. Aunque cuadruplica la media nacional, este porcentaje sigue siendo extremadamente bajo, por lo que debemos continuar trabajando para atraer talento femenino”, explica Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo.
Este déficit de mujeres llama todavía más la atención en un panorama caracterizado por la grave escasez de transportistas, problema que no solo afecta a España. A nivel mundial, el 24% de los puestos de conductores profesionales no se cubren. Según la consultora Transport Intelligence, solo en Europa hacen falta unos 400.000.
“Solo uno de cada cuatro conductores en España es menor de 50 años, así que en una década se perderá más del 30% de esta fuerza laboral por falta de relevo generacional. Nuestro sector debería aprovechar el enorme potencial que tiene de crecimiento y de generación de empleo para ser capaz de hacer atractiva esta profesión también para las mujeres”, destaca Valdivia.
No solo se trata de una cuestión de igualdad de género, sino también de una necesidad económica y social, vital para garantizar la sostenibilidad del transporte. Hay que tener en cuenta que varios estudios para 2050 vaticinan que la tasa de movilidad de mercancías se incrementará en un 60%.
Contratos fijos y empresas sólidas
La carretera puede ser atractiva para las mujeres porque es un sector que ofrece contratos fijos y formación especializada en empresas sólidas, muchas de ellas internacionales. Por normativa europea de obligado cumplimiento, el trabajo está estrictamente regulado en cuanto a tiempos de conducción y descanso (nadie conduce más de 10 horas en un día, ni más de 90 en cómputo bisemanal, al estar controlado al minuto por el tacógrafo, y cada cuatro horas y media, los transportistas deben descansar durante 45 minutos). Pero, según Valdivia, “también somos conscientes de que el sector debe trabajar concienzudamente sus debilidades”.
La falta de seguridad es la primera razón que señalan las mujeres y la tercera que apuntan los varones para justificar la falta de nuevas vocaciones. Algo fácil de entender si tenemos en cuenta que en España, con 15.000 kilómetros de carreteras, debería haber, al menos, un área de descanso para transportistas, segura, confortable y digna, cada 100 kilómetros y la realidad es que apenas hay treinta.
Así, los conductores acaban aparcando en gasolineras y polígonos, donde precisamente se produce el 75% de los robos de la carga o el combustible e, incluso en algunas ocasiones, de ataques físicos, algo que han sufrido el 21% de los conductores europeos.
De las 300.000 plazas de aparcamiento para camiones operativas en Europa, menos de un 3% se localizan en instalaciones certificadas con los correspondientes estándares europeos de seguridad y protección. Se estima que en 2024 harán falta, como mínimo, unas 400.000 plazas certificadas. Por eso, la UE invertirá en estas instalaciones 20 millones de euros, a través del programa Conectar Europa, fondos a los que en el futuro se sumarán otros 100 millones.
Además de la falta de seguridad, otra razón que desmotiva a muchas mujeres a la hora de subirse a un camión es la dificultad para conciliar vida laboral y familiar. La gran mayoría prefiere sacrificar salario en favor de poder compatibilizar el trabajo con su vida personal.
El acceso a la formación también supone una barrera en muchos casos ya que esta es compleja y costosa. La formación de un transportista suele prolongarse durante un año y puede costar entre 4.000 y 6.000 euros. A finales de 2020, la DGT bajó de 21 a 18 años el límite legal para conducir camiones con el fin de despertar vocaciones cada vez más tempranas, pero no se ha notado un incremento digno de mención en el caso de las mujeres.
Finalmente, la mayoría de las compañías de transporte de mercancías son micropymes (menos de 50 empleados), por lo que no están obligadas a implantar un plan de igualdad, como sí lo están ya todas las empresas de más de 50 trabajadores.