Un año después del inicio de la guerra, los ríos siguen siendo las principales rutas de salida para las exportaciones de cereal de Ucrania. Hasta la guerra, más del 90% de los buques operaban desde puertos marítimos. Tras la invasión rusa, esta participación cayó abruptamente hasta el 20%, que pudo recuperarse tras la firma de la Black Sea Grain Iniciative, en julio de 2022, cuando la cuota marítima prácticamente se duplicó.
La desviación del comercio hacia los puertos fluviales, en particular el Danubio, también se refleja en las estadísticas comerciales. Para el periodo comprendido entre enero y noviembre, las exportaciones de cereales de Ucrania a Rumania pasaron de menos de 1.000 toneladas en 2021 a más de un millón en 2022.
Pero el comercio a través de vías navegables interiores tiene un coste mayor. Las rutas fluviales no pueden manejar grandes mercantes de carga seca a granel, sino que emplean buques pequeños de carga y multipropósito que transportan volúmenes más bajos. Además, si el grano se destina al extranjero, como es el caso de la mayoría de los países menos desarrollados, lleva más tiempo llegar a su destino final al tener que transitar por territorio de la UE.
Las exportaciones de cereales de Ucrania aumentaron significativamente desde el inicio de la Black Sea Grain Iniciative. Las exportaciones totales de cereales en otoño se acercaron a los niveles del año anterior. Sin embargo, esta subida no ha podido compensar la caída de los intercambios durante los primeros meses de la guerra.
En particular, por cada tonelada de trigo enviada desde Ucrania a los países en desarrollo en 2022, hay una brecha de dos toneladas. La brecha de 11,8 millones de toneladas equivale al consumo anual de alimentos de trigo de 175 millones de personas, aproximadamente la población de Bangladesh. Para el maíz y la cebada, la brecha de exportación es del 41% y el 82%, respectivamente.
Los precios de los alimentos han bajado desde niveles récord, pero siguen siendo altos
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los precios de los alimentos son casi un 18% más bajos que su máximo histórico en marzo de 2022, tras el inicio de la guerra.
Sin embargo, estos siguen siendo altos en comparación con los niveles anteriores a la guerra y la pandemia. En concreto, en enero estaban un 45% por encima de la media de las últimas dos décadas. Además, persisten las preocupaciones sobre la estabilidad de los precios de los alimentos en el futuro, que pueden verse socavados por factores climáticos, perturbaciones del mercado, restricciones a la exportación, costes de la energía y el debilitamiento de la demanda mundial.