Electrificar el transporte es hoy una de las estrategias clave implementadas en todo el mundo para la descarbonización de la movilidad de personas y mercancías. Sin embargo, el proceso requiere materias primas escasas y difíciles de extraer y refinar, por lo que el decrecimiento es el único escenario posible.
Esta es la conclusión de un estudio que analiza las estrategias de descarbonización del transporte, desde el punto de vista de la energía y los recursos necesarios para producirla. El ensayo se enmarca en el proyecto Locomotion del grupo de energía, economía y dinámica de sistemas de la Universidad de Valladolid (GEEDS-UVa).
La electrificación es un aspecto clave en los planes globales de descarbonización y tiene el potencial de reducir hasta dos tercios de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero. Tras analizar cuatro escenarios diferentes de descarbonización del transporte (vehículos eléctricos EV, EV High, E-bike, Degrowth), el estudio destaca que solo un escenario de decrecimiento, con disminución en el consumo y la movilidad en general, sería factible considerando los recursos materiales disponibles.
El transporte representa el 27% de las emisiones globales de CO2 (datos de 2019), con una tendencia de mayor demanda de movilidad en muchos países.
“El escenario del decrecimiento es el único que logra los objetivos de descarbonización exigidos por las metas internacionales globales para reducir los gases de efecto invernadero y es ampliamente compatible con las dotaciones materiales actuales. Incluso en este caso, las reservas actuales de cobre, cobalto, manganeso y níquel se agotarían para 2050. Por lo tanto, se necesita más investigación para explorar el desarrollo de un escenario de decrecimiento en el transporte global y otros sectores relevantes de uso intensivo de materiales”, asegura Íñigo Capellán-Pérez, investigador del grupo GEEDS-UVa.
El reciclaje, elemento clave
Al examinar dos limitaciones biofísicas, escasez de materiales y retornos netos de energía, el estudio destaca las limitaciones del reciclaje en el transporte eléctrico y señala que lograr altos niveles de reciclaje al final de su vida útil no significa necesariamente que un alto porcentaje de los materiales utilizados provengan de fuentes recicladas. Esto se debe a que hay un aumento constante en la demanda de nuevos materiales, y siempre hay un retraso en el uso de materiales reciclados.
“El reciclaje es una forma útil de reducir los desechos y otros impactos negativos en el medio ambiente, pero no siempre es tan efectivo como podría ser porque los materiales a menudo se almacenan durante largos periodos de tiempo antes de reciclarlos. Esto empeora por el hecho de que el sistema económico se centra en el crecimiento, en lugar de la sostenibilidad”, añade Capellán.
El informe recomienda priorizar los modos de transporte de vehículos eléctricos que tienen mayor retorno de la inversión en energía, como el transporte público y compartido.
Los vehículos eléctricos requieren más energía para su fabricación que los de combustión interna, pero menos para funcionar. Esto es similar a cómo las fuentes de energía renovable requieren más energía para instalarse, pero menos para producir electricidad en comparación con los combustibles fósiles.
En consecuencia, la energía almacenada en la energía invertida para los vehículos eléctricos es relativamente baja y con la alta dependencia de los combustibles fósiles de hoy en día, los costes ambientales y las emisiones no disminuirán significativamente hasta que cambie el mix energético de forma radical, concluye el estudio.