El puerto de Tarragona ha cerrado el ejercicio 2020 en positivo tras un año “muy complejo” a causa de la pandemia. El balance contable se salda con un beneficio de 740.000 euros y 49,4 millones de euros de ingresos, una cifra similar a la registrada en los años 2015 y 2016. En el cómputo final pesan las bonificaciones a las empresas portuarias por valor de 3,8 millones de euros para paliar los efectos de la crisis: 1,6 millones en descuentos sobre las tasas de ocupación y de actividad; 1,5 millones en las tasas de mercancías y al buque; y 700.000 euros por buenas prácticas medioambientales.
Pese a la crisis sanitaria, el descenso de actividad en los muelles ha sido sensiblemente menor al previsto por la autoridad portuaria en los primeros meses del estado de alarma.
A mediados de año, los responsables de la APT estimaron la caída en un 30%. Sin embargo, el descenso del volumen de carga a la conclusión del ejercicio se sitúa en menos del 20%, concretamente el 19,3%, con 26,8 millones de toneladas. “Este dato es muy positivo, un buen resultado en un año excepcional, en el que hemos demostrado una gran capacidad de resiliencia”, ha explicado este miércoles su presidente, Josep Maria Cruset, en el Tinglado 1 del Moll de Costa.
“2021 es un punto de inflexión, un año de concreciones de muchos proyectos que pasarán del papel a la realidad”
Por tipología de carga, destacan los 18,3 millones de toneladas en graneles líquidos, un 13% menos, que se concentra sobre todo en el crudo de petróleo. Los líquidos energéticos pasan de 4,9 millones en 2019 a 4,6 millones en 2020. Aquí hay que tener en cuenta la parada de un mes en la refinería de Repsol. Los productos químicos alcanzan los 1,4 millones (1,5 en 2019), mientras que butano y propano caen hasta 1,5 millones de toneladas (1,8 en 2019). Otros productos petrolíferos, como la nafta, aumentan hasta 2,7 millones (2,2 un año atrás).
Los graneles sólidos, con 6,5 millones de toneladas, se anotan un retroceso del 33%. Este responde en gran medida a la disminución del tráfico de carbón y coque, que se desploman un 65% por el cambio de modelo energético para combatir el calentamiento global.
Los cereales registran buenas cifras con 4,6 millones de toneladas, frente a 5,7 millones en 2019, a pesar de la excelente cosecha del año pasado en la península, que se ha traducido en un fuerte descenso de las importaciones. Las frutas, sin embargo, aumentan hasta las 204.000 toneladas (149.827 un año antes).
Los productos químicos se mantienen con 220.000 toneladas, apenas 20.000 menos, y la carga general, con 1,5 millones de toneladas, presenta cifras más positivas gracias a la diversificación de mercancías. Los siderúrgicos registran 324.000 toneladas (404.000 toneladas en 2019); vehículos desciende hasta 127.000 vehículos (211.000 un año antes), y contenedores se mantiene en torno a las 44.000 teus.
La pasta de papel apenas se resiente, con 403.000 toneladas frente a 418.000 en 2019, y el tráfico de animales vivos crece desde 239.000 a 292.000 cabezas.
2021, un año de “inflexión”
Cruset ha pasado revista a la sucesión de dificultades que el enclave catalán ha tenido que superar en 2020: desde el cierre del recinto durante una semana por el temporal Gloria a la parada del polígono químico por el accidente de IQOxe, pasando por la pandemia, la parada de un mes de Repsol, la desaparición del tráfico de carbón y una cosecha de cereales récord.
Donde el presidente de la autoridad portuaria ha hecho especial hincapié es en las inversiones en marcha, que en 2021 van a suponer “un punto de inflexión, un año de concreciones de muchos proyectos que pasarán del papel a la realidad”. Y lo ha ejemplificado en hechos como la entrada en servicio en febrero de la nueva ruta semanal de carga rodada con Turquía o el acuerdo con CTC, liderada por Basf, para operar la terminal de La Boella, que permitirá multiplicar por seis el número de vagones operados desde Tarragona.
Por lo demás, proyectos como la terminal intermodal de La Boella, la de Guadalajara, las obras de urbanización de la ZAL, junto a las primeras operaciones comerciales; el contradique de Els Prats, el muelle de Balears o la implantación del SEA para el tráfico de agroalimentarios, avanzan según el calendario previsto. En mayo comenzarán las obras de la primera fase en Marchamalo mientras se inicia la tramitación de la segunda, con el objetivo puesto en 2023.
En este año, confluirá en Tarragona la puesta en marcha de estos proyectos con la entrada en servicio del Corredor Mediterráneo. “El puerto estará en las mejores condiciones para crecer en carga general a partir de 2023”, ha sentenciado Cruset.