El transporte marítimo en rutas transoceánicas está viviendo una época convulsa, con fletes en continuado ascenso y falta de equipos en el mercado. En este escenario, los cargadores nos encontramos con grandes dificultades para contratar un transporte competitivo y eficiente.
El de los portacontenedores es un mercado muy concentrado con unos pocos actores clave. Cinco navieras, que representan más del 60% de la capacidad de carga, están agrupadas en tres alianzas marítimas que operan a escala global. La Comisión Europea permite la existencia de estos consorcios para, facilitando las economías de escala, asegurar rutas marítimas que, de otra manera, no serían viables económicamente y lograr que los cargadores obtengamos mejores tarifas y tiempos de tránsito.
Los cargadores veríamos con buenos ojos esta regulación del mercado marítimo, si no fuera porque ninguno de los objetivos marcados se está cumpliendo. Vemos cómo desaparecen escalas, los fletes se han triplicado con respecto a hace un año y son necesarios más de ocho meses para reservar un espacio de carga.
No obstante, la escalada de los fletes no se debe tan solo a la falta de competencia, sino que se han juntado varios factores que han desencadenado la tormenta perfecta. Entre estos factores se encuentra el crecimiento exponencial del e-commerce, que ha provocado que se dispare la demanda de productos fabricados y enviados desde Asia. En el segundo semestre de 2020 y con una industria europea a medio gas, China, la fábrica del mundo, se había librado del covid y estaba produciendo a pleno rendimiento para satisfacer la enorme demanda de productos e-commerce de consumidores de Europa y EEUU.
Esta falta de contenedores no solo ha provocado un encarecimiento de los fletes sino que ha impactado también en las rutas más cortas, convirtiendo el mercado de contenedor en un mercado de subasta
Esto ha provocado que la capacidad de carga se haya concentrado en China, dando lugar a una falta de contenedores que ha llevado a muchas navieras a retirarlos de rutas de corta distancia o escalas, devolviéndolos a China vacíos, algo impensable hace tan solo un año. Esta falta de contenedores no solo ha provocado un encarecimiento de los fletes transoceánicos, sino que ha impactado también en las rutas más cortas, convirtiendo el mercado de contenedor en un mercado de subasta en el que el mejor postor consigue posicionar un contenedor vacío en puerto.
¿Qué va a pasar a corto y medio plazo? Pues a corto plazo, es decir a lo largo de 2021, no se prevé que la situación se revierta. El consumidor seguirá comprando desde su casa, al menos hasta que se haya vacunado a un porcentaje elevado de la población y se relajen las medidas sanitarias. Pero aun en este caso, nos encontraríamos ya en otoño, temporada de alta de demanda de transporte marítimo y, nuevamente, fletes elevados.
El hecho de que un mercado ya de por sí muy concentrado aglutine otras actividades económicas del mismo sector de actividad presenta un peligro sin precedentes que hoy por hoy es difícil de cuantificar
Y si todo va bien, ¿en 2022 la situación se habrá normalizado? Pues no parece que vaya a ser así porque la demanda aumentará. Por una parte, al e-commerce se le auguran crecimientos de dos dígitos para los próximos años y, por otra, empieza la carrera por la recuperación económica, una recuperación que pasa por la exportación, y para ello, harán falta muchos barcos, espacios y equipos.
Si el argumento de las navieras es que el encarecimiento de los fletes responde al aumento de la demanda, demanda va a haber más que suficiente en los próximos meses, por lo que es difícil ver una solución a medio plazo. Del lado de la oferta, si bien las navieras están aumentando su capacidad de carga, este aumento les obliga a rentabilizar grandes inversiones en buques de mayor tamaño y adaptados a energías más limpias.
Tampoco ayuda la estrategia de integración vertical de las navieras que les está llevando a profundizar en la cadena de suministro, convirtiéndose en agentes de aduanas, transitarios, operadores logísticos, operadores ferroviarios, empresas de transporte terrestre… El hecho de que un mercado ya de por sí muy concentrado aglutine otras actividades económicas del mismo sector de actividad presenta un peligro sin precedentes que hoy por hoy es difícil de cuantificar.
Vamos a ver cómo se van despejando las anteriores incógnitas relacionadas con la oferta y la demanda, que será lo que nos diga si volverá un nivel de fletes que facilite el comercio internacional y el desarrollo económico o, por el contrario, no tendremos fletes bajos que ayuden a la salida de esta crisis.