La actual congestión del transporte marítimo y el precio sin precedentes de los fletes ha llevado a la carga aérea a ganar rentabilidad en el mercado global de transporte. Si antes de la crisis pandémica el precio medio para mover carga aérea era 12,5 veces más caro que la vía oceánica, en septiembre de 2021 es solo tres veces mayor. Este hecho está moviendo a los cargadores hacia el modo aéreo, mucho más rápido y fiable, pese a los problemas de capacidad que también afectan al lado aire por las restricciones y la caída de demanda de los vuelos de pasajeros.
“Debido a la congestión de la cadena de suministro, los fabricantes recurren al transporte aéreo en busca de agilidad”, señala Willie Walsh, director general de IATA. Sin embargo, las restricciones continúan limitando la capacidad de la carga aérea para absorber la demanda adicional. “Si no se abordan, los cuellos de botella retrasarán la recuperación económica tras la pandemia. Los gobiernos deben actuar para aliviar la presión sobre las cadenas de suministro y mejorar su resiliencia”, añade Walsh.
Los últimos datos de la International Air Transport Association, correspondientes a septiembre, muestran que la demanda sigue estando muy por encima de los niveles previos a la crisis pandémica, al tiempo que persisten las limitaciones de capacidad. Así, la demanda mundial medida en toneladas-kilómetro de carga ha aumentado un 9,1% respecto a septiembre de 2019. En cambio, la capacidad es un 8,9% inferior a la del mismo mes de hace dos años, un 12% menos en operaciones internacionales.
Las interrupciones de la cadena de suministro y las demoras han llevado a alargar los plazos de entrega de los proveedores. Para IATA, esto está haciendo que los fabricantes utilicen el transporte aéreo, que es más rápido, para recuperar el tiempo perdido durante el proceso de producción.
Por regiones, las aerolíneas norteamericanas han registrado en septiembre un aumento del 19,3% en los volúmenes de carga internacional en comparación con el mismo mes de 2019. Por delante están las africanas, cuyos volúmenes han crecido un 34%, y por detrás, las compañías de Oriente Medio, que lo han hecho en un 17%.