El transporte marítimo global presenta un panorama de “presiones sin precedentes” en las cadenas de suministro mundiales, “picos dramáticos” en las tarifas de flete, aumentos significativos de precios en el horizonte para consumidores e importadores y cambios potenciales en los patrones comerciales en búsqueda de más resiliencia. Lo dice el últime informe sobre el transporte marítimo global elaborado por Unctad (United Nations Conference on Trade and Development).
El impacto de la pandemia en los volúmenes de comercio marítimo en 2020 es menos severo de lo esperado inicialmente, pero sus efectos secundarios serán de gran alcance y podrían transformar el transporte marítimo, según el estudio.
El comercio marítimo se contrajo un 3,8% en 2020, lo que refleja el shock inicial, pero se recuperó después y se prevé que aumente un 4,3% en 2021. Las perspectivas a medio plazo siguen siendo positivas, pero están sujetas a “crecientes” riesgos e incertidumbres.
“Una recuperación duradera dependerá de la trayectoria de la pandemia y depende en gran medida de poder mitigar los vientos en contra y de la implementación de una vacuna en todo el mundo”, señala Rebeca Grynspan, secretaria general de la organización. “Los impactos de la crisis afectarán más a los pequeños estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados”, añade Grynspan.
Las navieras se han beneficiado del aumento de las tarifas de flete, con recargos, precios y tarifas que aumentaron aún más después de que el Ever Given bloqueara el canal de Suez en marzo de 2021, según Unctad
El informe subraya que los cuellos de botella de la cadena de suministro obstaculizan la recuperación económica, ya que el repunte del comercio se ha topado con “desafíos logísticos inducidos por la pandemia”, incluida la escasez de equipos y contenedores, servicios menos confiables, puertos congestionados y retrasos y tiempos de permanencia más prolongados.
Las limitaciones de la oferta de transporte de contenedores están afectando al comercio y al transporte marítimo. Si bien los pedidos de nuevos buques han disminuido un 16% en 2020, continuando una tendencia a la baja de años anteriores, el sector los ha incrementado en 2021.
El informe constata que las navieras se han beneficiado del aumento de las tarifas de flete, con “recargos, precios y tarifas que aumentaron aún más después de que el Ever Given bloqueara el canal de Suez en marzo de 2021”.
También destaca que los crecientes costes de envío de contenedores son un desafío para exportadores, importadores y gerentes de la cadena de suministro. Y lo son especialmente para los transportistas más pequeños, “que pueden ser menos capaces de absorber el gasto adicional y están en desventaja al negociar tarifas y reservar espacio en los buques”.
Si continúa el encarecimiento del transporte de contenedores, según Unctad, “aumentarán significativamente los precios de importación y de consumo”. Así, los precios de importación a nivel mundial aumentarán un 11% de media. Si los fletes se mantienen en sus altos niveles actuales, los precios al consumidor global subirán un 1,5% de cara a 2023.
Garantizar la transparencia del mercado
“Frente a estas presiones de costos y la disrupción duradera del mercado, es cada vez más importante monitorear el comportamiento del mercado y garantizar la transparencia cuando se trata de establecer tarifas, tarifas y recargos”, recomienda Unctad. Sus analistas remarcan que la pandemia ha magnificado los desafíos que ya existían en la industria del transporte marítimo antes del virus, “en particular la escasez de mano de obra” y las necesidades de infraestructura.
También preocupa a la organización sus efectos sobre los relevos de tripulación, confinamiento de personal, cierre de fronteras y falta de vuelos internacionales. Una situación que “deja a cientos de miles de marinos varados en el mar, sin poder ser reemplazados o repatriados”.
El informe llama a la atención urgente de los estados de abanderamiento, puertos y proveedores de mano de obra para poner fin a la crisis del relevo de tripulaciones, e insiste en que todos los estados deben ser partes de los instrumentos legales internacionales pertinentes, incluido el convenio sobre el trabajo marítimo de 2006.