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viernes, septiembre 20, 2024

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Repsol invertirá 200 millones en Cartagena en la primera planta de biocombustibles avanzados

Repsol invertirá 200 millones de euros en el complejo industrial de Cartagena, con capacidad para producir 250.000 toneladas al año de biocombustibles avanzados como biodiésel, biojet, bionafta y biopropano. Estos se podrán usar en aviones, buques, camiones o coches, y permitirán reducir hasta 900.000 toneladas de CO2 al año.

Las nuevas instalaciones, que entrarán en funcionamiento en el primer semestre de 2023, forman parte del proceso de transformación que Repsol ha puesto en marcha en sus complejos industriales para descarbonizar sus procesos y fabricar productos con baja, nula o incluso negativa huella de carbono.

El presidente de la compañía, Antonio Brufau, ha visitado las instalaciones con motivo del inicio de las obras de la que será la primera planta de biocombustibles avanzados de España. En la visita le ha acompañado el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras y la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo.

“Cartagena se va a consolidar con este proyecto como un centro de abastecimiento de productos fundamentales para el presente y para el futuro y en un ejemplo del compromiso de Repsol con la movilidad sostenible”, ha señalado Brufau.También ha destacado la importancia de
apostar por la neutralidad tecnológica para avanzar en el objetivo de las cero emisiones netas en 2050, y ha solicitado a las administraciones públicas “una regulación habilitadora, facilitadora, flexible y no excluyente” que posibilite el desarrollo de proyectos de futuro.

El proyecto utiliza la economía circular como uno de los pilares estratégicos para acelerar en la transición energética y alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en el año 2050.

Los biocombustibles avanzados son una solución sostenible para todos los segmentos de la movilidad, y especialmente para aquellos que no cuentan con otra alternativa para descarbonizar su actividad, como el transporte marítimo, de larga distancia o la aviación.

Con ellos es posible reducir entre un 65% y un 85% las emisiones netas de CO2 respecto a los combustibles tradicionales a los que sustituyen. El objetivo es producir dos millones de toneladas de combustibles de baja huella de carbono en 2030, que mitigarán más de siete millones de toneladas de CO2 anuales.

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