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viernes, noviembre 22, 2024

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La lucha contra el cambio climático redefine las relaciones entre inversores inmobiliarios e inquilinos

La pandemia ha acentuado la demanda de espacios más verdes y sostenibles por parte de inquilinos e inversores inmobiliarios, con las administraciones más dispuestas que nunca a comprometerse con la lucha contra el cambio climático. El factor ambiental se ha situado al frente de las prioridades de unos y otros.

Según un estudio de JLL, esta década marca un momento crucial para la descarbonización del sector inmobiliario y para la construcción de edificios mejor preparados de cara al futuro. Sin embargo, lograrlo exigirá la formalización de alianzas y la adopción de una “mentalidad transformadora”.

Entre los casi 650 altos directivos encuestados, la principal prioridad es crear espacios ecológicos centrados en las personas. Para el 89% de los inquilinos, la sostenibilidad reviste una importancia cada vez mayor en su estrategia corporativa.

“El sector inmobiliario está en el punto de mira, no podemos lograr un mundo con cero emisiones de carbono sin reconvertir nuestros inmuebles. ¿Podemos construir un futuro mejor para nuestras comunidades y nuestro planeta? La única manera consiste en crear un modelo de inversión que integre las repercusiones sociales y ambientales”, explica Guy Grainger, responsable de Sostenibilidad de la consultora. “Esto exige un cambio de mentalidad y la adopción de un enfoque mucho más colaborativo entre propietarios e inquilinos”, apostilla.

Riesgo climático, riesgo financiero

Los inversores inmobiliarios consideran que la descarbonización puede generar valor y brindar una ventaja competitiva. Son varios los factores que impulsan el mayor énfasis en la sostenibilidad. El primero es que los inversores e inquilinos llevan la delantera a las autoridades, dado que consideran la descarbonización como una medida favorable para empleados, clientes, inquilinos y comunidades.

En segundo lugar, el estudio revela que el 83% de los inquilinos inmobiliarios y el 78% de los inversores creen que el riesgo climático plantea un riesgo financiero. Es decir, las consecuencias de no tomar medida alguna son demasiado graves y pocos consideran que la inacción es una opción viable.

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