He leído recientemente los resultados del informe Digital Trends in Supply Chain Survey 2022, elaborado por PwC en base a una encuesta en la que han participado más de 200 directivos de operaciones en España. Una de las conclusiones del estudio es que la eficiencia, la reducción de costes y la automatización de procesos son las grandes prioridades de las empresas para los próximos 12-18 meses.
Las dos primeras prioridades no me sorprenden, porque son objetivos perennes para cualquier directivo con responsabilidades operativas, pero sí que me llama la atención que la automatización se cuele dentro del top tres de las prioridades de estas empresas. Este dato viene a decirnos que, en contra de lo que algunos directivos creen, muchas compañías siguen apostando de manera estratégica por la automatización, incluso en tiempos de incertidumbre.
Y es que la automatización no es solo una estrategia de crecimiento empresarial para producir más y más rápido, que es como se suele interpretar. También es una táctica defensiva para protegerse ante escenarios de incertidumbre, disrupciones en la cadena de suministro, encarecimiento de las materias primas o indisponibilidad de mano de obra por pandemias.
Si leemos la prensa económica últimamente, lo más seguro es que hayamos dado con artículos que auguran un futuro incierto. De hecho, algunos empresarios me han trasladado que son reticentes a iniciar nuevos proyectos e inversiones debido al escenario previsto. Se trata de una decisión totalmente entendible, es la gestión empresarial tradicional que se ha hecho durante décadas y que sigue todavía funcionando para muchos negocios.
“Recuerdo que a finales de 2020, seis meses después del inicio de la pandemia, algunos empresarios, sobre todo del sector retail online, se lamentaban por no haber digitalizado sus almacenes con anterioridad”
En cambio, recuerdo que a finales de 2020, seis meses después del inicio de la pandemia, algunos empresarios, sobre todo del sector retail online, se lamentaban por no haber digitalizado sus almacenes con anterioridad. La pandemia les cogió desprevenidos, con clientes realizando más pedidos en una semana que en uno o dos meses en el año anterior y, al mismo tiempo, sin poder disponer de la mitad de la plantilla, que debía permanecer confinada en su casa.
Este es simplemente un ejemplo. Nadie tiene una bola de cristal para prever el futuro, pero demuestra que si la inversión en automatización de procesos operativos se realiza de manera inteligente, resulta también una estrategia de protección. No es inteligente automatizar cualquier proceso y a cualquier precio. En cambio, sí lo es automatizar procesos intensivos en personal, ineficientes cuando se realizan de manera manual y con retornos de la inversión en menos de dos o tres años.
Por poner un ejemplo, existen todavía gran cantidad de almacenes con decenas de operarios a doble o triple turno recorriendo pasillos con sus carretillas, realizando picking de productos y llevándolos a estaciones de trabajo donde se lleva a cabo el empaquetado y la expedición de pedidos. En estos casos, una inversión en sistemas automáticos conocidos como goods-to-person (o mercancía a persona) multiplica la productividad en un factor por cinco y hasta por diez. En este tipo de sistemas, los robots son los encargados de acercar los productos al operario, que permanece estático en su puesto de preparación de pedidos, lo que repercute, al mismo tiempo, en una mejora del bienestar del trabajador y una reducción del desgaste físico.
Por último, la falta de capital o de capacidad de endeudamiento también es una de las barreras preconcebidas habituales. No obstante, numerosos proveedores de tecnología y automatización disponen hoy en día de herramientas financieras que permiten sacar adelante proyectos que generan caja desde el primer mes, como herramientas de renting o leasing a cinco años de sistemas que tienen un ROI habitual de dos o tres años.
Es decir, desde el momento en que el sistema se encuentra a pleno rendimiento, los ahorros generados por la eficiencia operativa y ahorro de espacio, entre otros, son mayores que la cuota del renting. Como resultado, la empresa pasa a ser más rentable, ya durante los primeros cinco años, y una vez el sistema pasa a estar en propiedad, todo el ahorro generado repercute directamente en el beneficio operativo de la empresa.
En resumen, incluso ante posibles escenarios de incertidumbre económica, las empresas españolas seguirán invirtiendo en eficiencia, reducción de costes y automatización de procesos. Y esto resulta muy positivo, ya que nos permite tener un tejido industrial más eficiente en costes y más preparado para crecer y competir con el de otros países, tanto en Europa como a escala global.