La desaceleración del comercio global por las guerras comerciales y la inestabilidad geopolítica han impactado sobre el puerto de Barcelona, poniendo fin a los crecimientos de dos dígitos registrados en los últimos años. El balance de 2019 presentado por la autoridad portuaria este viernes refleja una contención de los tráficos comerciales en sus principales variables. El tráfico total arroja una cifra de 67,7 millones de toneladas, un 0,3% menos que en 2018, año en que creció más de un 10% (y un 26% en 2017, cuando se alcanzaron los 60 millones de toneladas).
“Pese al cúmulo de incertidumbres y disrupciones provocadas por la desaceleración del comercio internacional, este ha sido un año de consolidación en el que hemos mantenido los tráficos excepcionales de años precedentes”
Aunque la presidenta de la Autoridad Portuaria, Mercè Conesa, ha defendido el hecho de que el enclave ha logrado consolidar en 2019 los fuertes incrementos de años anteriores, también ha admitido que estos datos “nos obligan a abrir mercados y buscar nuevos tráficos para esta década”. La autoridad portuaria enfatiza el hecho de que su principal preocupación, los tráficos del hinterland, “el comercio real de mercancías sin contar transbordos ni taras”, mantiene la cifra récord alcanzada en 2018. Esto es, 35 millones de toneladas, más de la mitad de esos 67,7 millones de tráfico total.
Otros tipos de carga, como contenedores, graneles sólidos y automóviles, cierran el año en negativo. En el caso de los primeros, las terminales del recinto barcelonés han movido un total de 3,2 millones de teus, un 3,2% menos. Un retroceso que empaña el hecho de tratarse del segundo mejor registro de la historia. Respecto a los graneles sólidos, estos se han visto lastrados por el descenso experimentado por el cemento, ya iniciado en 2018, según ha apuntado el director general de la institución, José Alberto Carbonell.
Otro tráfico estratégico, el de vehículos, suma su segundo año consecutivo en rojo. En este caso, la explicación hay que buscarla en la caída de la demanda de turismos, provocada en parte por la incertidumbre regulatoria en un sector en pleno proceso de transformación. También han incidido los problemas en la factoría de Nissan de Zona Franca, afectada por un descenso de la producción de vehículos que está impactando sobre los tráficos import-export.
Caída del tráfico de transbordo
El descenso es más acusado en los transbordos, con un retroceso del 8% en contenedores llenos, una mercancía que había experimentado los mayores crecimientos en los últimos años (del 181% en 2017 y el 43% en 2018). Carbonell ha explicado que el aumento de capacidad en las terminales del Estrecho de Gibraltar, particularmente la apertura de Tanger Med II, ha provocado que el desplazamiento de tráficos hacia puertos más idóneos para este tipo de movimientos, como Malta o el propio Tanger.
En cuanto a los resultados económicos, la cifra de negocio se mantuvo prácticamente igual, 172 millones frente a 174 del año anterior, pese a la rebaja del 10% aplicada a la tasa de mercancía. El beneficio obtenido es de 44 millones de euros, un 18% inferior debido al incremento de las partidas no recurrentes, como el dragado, y una provisión excepcional de cinco millones para hacer frente a posibles reveses judiciales en litigios en curso.
Los recursos propios (cash flow) se elevan a 97 millones, lo que “permite hacer frente con solvencia a los retos de futuro y necesidades inversoras del puerto”, según ha explicado la subdirectora general del área financiera, Miriam Alaminos. Las inversiones en 2019 aumentaron un 21%, hasta sumar 60 millones de euros.